martes, 25 de octubre de 2011

Elegimos a nuestros padres (parte I)

Hace tiempo que quiero escribir sobre mi madre, y nunca llego a hacerlo. Por respeto hacia ella, por respeto hacia nuestra historia, por cuidar esa intimidad que es nuestra y sólo nuestra... pero en esta ocasión me voy a atrever un poquito, y trataré de hacerlo con la mayor delicadeza y amor del mundo...

Varias veces me han preguntado si creo que elegimos a nuestros padres. Y siempre contesto que sí, creo que los elegimos. No trato de convencer a nadie, porque a mí me costó mucho aceptar que yo había elegido a los míos, y tuve que conocerme mucho, y tratar de conocerles mejor a ellos, para aceptarlo. Conocerles mejor a ellos, sí, a mis padres... Porque para mí son mis padres, unos padres que yo podría idealizar, "tienen que ser así o así"... cuyas figuras la sociedad ha idealizado para comodidad e incomodidad de muchos, pues lo cierto, es que la familia ideal no existe, aunque cada engranaje familiar es perfecto tal y como es, un puzzle sincronizado por la mano del creador que somos nosotras y nosotros mismos.
Quiero contar algo de mi historia, y cómo he llegado a la conclusión de que yo elegí a mis padres. Trataré de ser lo más breve posible, aunque es difícil.

Mis padres se divorciaron cuando yo tenía 6 años. Esa fue la separación definitiva, aunque mi padre a veces pasaba días fuera de casa y mi madre vivió esto con mucha tristeza y soledad. Desde el principio ella se apoyó en mí, en una niña de 5 años a quien mostraba su vulnerabilidad y desamparo, de alguna manera nos cuidábamos mutuamente, y tuve desde muy pequeña la sensación de que "debía cuidar" de mi madre. La ví llorar mucho. La abracé mucho. Dormimos muchas noches juntas.

Cuando yo tenía 6 años, mi padre se fue a vivir a su país, Malaysia, y no le volví a ver hasta 9 años después. En este tiempo, hubo algunas cartas y alguna llamada, en muy contadas ocasiones. Mi padre estaba trabajando muy duro para conseguir sus sueños. Al cabo de un año  (yo tenía 7), vino a vivir con nosotros un hombre maravilloso y bueno con mi madre y conmigo. Con él entró el pan en nuestra vida, las paellas, y la comida rica. también entró la tecnología, y dejamos de estar tan aisladas. Casi 30 años después, mi madre y él siguen juntos y enamorados.
Mi padre, en Malaysia, también se casó y tuvo 3 hijos más, a quienes conocí cuando nos volvimos a encontrar. El y su mujer, gran mujer, todavía comparten sus vidas.

Aunque en casa había un padre, en mi interior había una necesidad tremenda de recordar constantemente a mi padre "verdadero", a quién invocaba sobre todo cuando en casa había problemas o cuando mi madre se enfadaba conmigo. Durante muchos años le idelicé como el "padre perfecto", y apenas guardaba unos recuerdos de él de cuando era muy pequeña, todos bonitos y divertidos.

Esta falta de presencia paterna (o que yo viví como falta, porque en casa tenía un padre), me ha servido para trabajar un apego antiguo que yo traía con quien ahora es mi padre. Se trata de algo kármico, algo que nos unió en otra encarnación, y que ahora tenía que sanar y cortarse. Para quien no crea en otras vidas, puedo decir que el tener un padre en la distancia, que se comunica sólo cuando él quiere, que no contesta a las llamadas o a los e-mails sino cuando él quiere o puede (que puede ser mucho tiempo), me ha enseñado a amar y a aceptar a las personas como son. Me enseña cada día que no necesito que me lo demuestren constantemenete para saber que soy amada. Me enseña que somos seres libres de escojer y que hay muchas formas de amar , y me enseña a ser respetuosa con los procesos y con los ritmos del "otro", a que no tiene que ser todo "cuando yo diga", o "como yo diga". Me ha enseñado y me enseña a ser humilde y aceptadora, a ser más flexible con las actitudes de los demás. Y esto ha sido y es muy importante para mí.
Con el tiempo he aprendido a observar a mi padre con los ojos del corazón, y de una manera que me ha hecho comprender por qué actúa como lo hace, y porque se distancia, no sólo de mí, sino del resto del mundo.

Mi madre, por otro lado, no fue una madre típica de postres y cocinillas, sino una mujer independiente que después de toda una vida de sentirse incomprendida, quiso disfrutar de la vida y del amor con el hombre que la comprendía y la respetaba. Así que yo pasaba mucho tiempo sola, en el bosque, en las rocas, en mi habitación. Porque Dios es tan grande que me dió una infancia en una casa maravillosa, delante del mar Mediterráneo, con un pequeño pinar para que pudiera jugar y nunca me sintiera sola. Entonces yo jugaba con mi perro, con una gatita que teníamos, y con los árboles, las piedras, el mar...


Gracias a este tiempo que pasaba sola, pude desarrollar de una manera muy especial una fuerte conexión con el mundo de lo invisible, de lo que no se ve, y siempre le estaré agradecida a mi madre por ello. De alguna manera, nosotras teníamos un contrato previo a mi nacimiento, en el que ella me iba a dejar un espacio para que yo desarrollara esa conexión con los mundos sutiles que tan importante iba a ser para mi de adulta. Y nunca me faltó su amor... quizás un poco de presencia, pero su amor, nunca. y esa presencia de vacío, fue llenada por un mundo interior que crecía conmigo.
La oscuridad que viví en mi adolescencia, también me sirvió de mucho, fue un camino muy duro que recorrí en solitario, pero que me hizo fuerte e independiente, dos cualidades que también como adulta agradezco en lo profundo.

Mi madre fue perfecta para mí. Con su desconcierto, con su falta de paciencia, con sus imperfecciones, con su hipersensibilidad mal encauzada. Porque lo hizo lo mejor que pudo, siempre respetó mi espacio y mi mundo (nunca me abrió un cajón, o una carta, o una cajita...), dando el amor que ella no había recibido, estando cuando de verdad la necesitaba... aunque yo no lo supiera ver. Porque fui yo quien elegí la oscuridad, fui yo quien elegí una adolescencia dura, fueron mis instintos que no encontraron otro sitio donde buscar... porque tenía que experimentar aquello que experimenté, porque tenía que vivirlo así, ni más ni menos. Y el camino de regreso, a mi infancia feliz, a la reconciliación con mis padres, a la sanación y al encuentro con mi niña interior ha sido el camino más hermoso de autodescubrimiento que podía haber imaginado. Porque he aprendido a no exigir el amor de los demás, a abrirme a lo que mis padres tienen para darme y a aceptar que lo hagan a su manera. Porque he aprendido a hacerme cargo de mis sentimientos y emociones, porque he aprendido a hacerme cargo de las experiencias que han poblado y pueblan mi vida, porque nadie me ha impuesto nada,  porque yo elijo lo que soy y lo que quiero ser.

Y cuando he dejado de culpar a los demás de lo que me pasaba, cuando he dejado de justificar una y otra vez mi sufrimiento para aferrarme a él, la venda se ha caido, y he empezado a ver con otros ojos, los ojos del corazón. Y que mis padres son quienes son, son seres humanos con una historia propia, cuyos sentimientos les pertenecen sólo a ellos y que yo respeto con todo mi ser. Sólo puedo agradecerles el haber cumplido su parte del trato, el haberme dado todo el espacio que necesitaba para crear mi mundo, para recordar quién soy, para construir un mundo nuevo y llenarlo de AMOR.

GRACIAS A LOS DOS... GRACIAS A DIOS...

jueves, 20 de octubre de 2011

Charlas-taller sobre Maternidad consciente

Muchas veces me he preguntado cómo puedo conciliar mi mundo "privado" o laboral  con el mundo que comparto con Nur, y más en este tiempo de fusión emocional entre ambas, y de manera causal y mágica, se ha abierto ante mí un camino muy hermoso que recoje el trazo iniciado con este blog. Se trata de seguir compartiendo, ahora vivencialmente, la hermosa e intensa experiencia que supone para mí el ser Madre. Lo que sigue es el resultado de este trazo...


 Maternidad consciente es aprender a hacerse consciente de las necesidades y procesos de nuestra hija o hijo en cada etapa, aprovechando estos procesos para aprender, conscientes de que nuestros hijos nos han elegido con lo que somos y lo que traemos, incluidos nuestros miedos e imperfecciones.
Estas charlas-taller no se hacen desde un punto de vista científico, pues nacen de la necesidad de compartir como madre, desde el corazón y desde la profunda experiencia que ha supuesto para mí la maternidad como camino, y que desde "El Rumor de las Libélulas" (www.elblogdenoraya.blogspot.com) he ido contando en los últimos tiempos...

 


 Primer encuentro: “Embarazo y parto. Despertando a la maternidad”
• Círculo de apertura
• Embarazo consciente. Nuestro hijo siente. Generando vida, generando el vínculo.
• La confianza y la preparación al parto.
• La maternidad y el encuentro con la propia sombra
• Blessing Way
• Parto consciente. El verdadero rito de paso. Parto hospitalario (recuperar el poder del parto). Parto en casa. La doula.
• Parto en casa en Madrid: Emilio Santos, En la Décima Luna, Génesis.
• Apapachar a la madre
• Preguntas
• Meditación de cierre

Segundo encuentro: “Puerperio y crianza consciente. Cada madre es única e irrepetible.”
• Círculo de apertura
• ¡El puerperio existe! Pero… ¿qué es?
• Alimentación consciente. Dar el pecho. Biberón. Intimidad y momento sagrado.
• Colechar con nuestro bebé. Manteniendo el vínculo
• Llantos y rabietas ¿son necesarios?
• Presencia y disponibilidad
• El bebé en brazos. El porteo (tipos de portabebés). El suelo mágico. Método Pickler. El entorno preparado.
• Los límites: respeta sus límites y ellos respetarán los tuyos.
• Preguntas
• Meditación de cierre.

Precio: 30€ cada encuentro (por mamá, con o sin pareja)
Horario: de 11h a 14h.
Lugar: E-Naturale (http://www.e-naturale.com/)
(http://maps.google.es/maps?f=q&source=s_q&hl=es&geocode&q=Hern%C3%A1n+Cort%C3%A9s%2C+18+madrid&sll=40.396764%2C-3.713379&sspn=10.586993%2C23.225098&ie=UTF8&z=16)



*Plazas limitadas (inscripción previa)
**Cada encuentro es independiente, se puede asistir a uno solo o a los dos
**Abiertos a toda mujer y hombre que ya sea madre o que quieran serlo, y a cualquier persona interesada en el mundo de la maternidad como camino…


Contacto e inscripciones:
Noraya: 660 020 310
Lorena (Naturale): 91 521 33 53

sábado, 8 de octubre de 2011

Si quiero, ¡puedo!

A veces me enredo en la tensión del día a día, sobre todo cuando las "reclamaciones" de mi ego llaman a gritos para que haga algo con ellas, aunque sea ponerlas en su sitio. Y cuando me enredo en estas cosas superfluas, me olvido de agradecer lo que tengo. Una familia maravillosa. Un gran hombre a mi lado, lleno de amor incondicional, de compasión y con una capacidad de entrega inmensa. Tengo mucho que aprender de él. Una hija llena de sabiduría, con un inconmensurable poder creativo, y una capacidad de conectarme con los mundos invisibles de quien también tengo mucho que aprender.
A veces me olvido de agradecer la familia que tengo, y del tiempo maravilloso que se me ha otrgado para disfrutar de ellos. Doy gracias por poder acompañar a Nur en estos primeros años, muy cerquita, casi pegada, pero respetando sus procesos creativos, sus espacios y sus límites.
Quiero apoyar esta causa por la Conciliación real porque siento el dolor de las madres que sufren por tener que estar lejos de sus hijos y por perderse parte de esos primeros años, aunque...

No todas las mujeres se sienten con fuerzas ni con ganas de estar todo el día con sus hijos... algunas son felices dejándolos en la guardería, a otras les gustaría poder estar más presentes pero no se sienten con fuerzas... ellas también son madres maravillosas, ellas también han sido elegidas por sus hijos, y son las madres perfectas para ellos, apoyando desde sus capacidades y su manera única e irrepetible de amarles y de acompañarles, lo que ellos son y lo que vienen a manifestar.

Lo importante aquí, para mí, en este caso, es tener la libertad de poder elegir. Y ser consciente de dónde están nuetsras limitaciones. Para mí es maravilloso el pasar todo el día con mi hija, incluso sin abuelos (sólo la abuela paterna, quien viaja mucho por trabajo, es escritora) y sin apenas ayuda, sin guardería ni canguros... pero hay que tener muchas ganas, energía y disposición. Hay que abrirse a una entrega total. Y no es fácil. Por eso mismo he decidido que de momento no voy a tener más hijos. Porque siendo realista, esta forma de crianza, desde el apego, el respeto, la presencia, disponibilidad, sin guarderías ni canguros, apenas sin ayuda, no se la puedo dar a dos niños a la vez sin volverme una mujer desesperada. ésos son mis límites. Por lo demás, el tiempo dirá.

Sé que el poder elegir disfrutar de los primeros años de mi hija es una situación excepcional, y para todas las otras madres (y padres) que no gozan de esta situación y que les gustaría, sueño que nos abran las posibilidades de tiempo y espacio para criar a nuestros hijos. Que se reconozca la existencia del puerperio y que se respete, que las madres podamos elegir como queremos usar el tiempo ,que dejemos de ser tan invisibles.